13 sept 2008

atleta excepcional fuerza y voluntad de sangre especial

إنتفاضة الاستقلال تضحية و وفاء من اجل طرد الاحتلال






Ayer tuve la suerte de ver al joven saharaui Enhamed Enhamed, nacido en Las Palmas y con pasaporte español, ganando la medalla de oro en Pekín, en los juegos paralímpicos. Su imagen en el podio, su porte de atleta excepcional, su nadar fluido y hermoso, me hicieron casi llorar. Porque esa imagen poderosa y atlética es la que se les ha robado a cientos de miles de niños saharauis durante tres generaciones, sometidos a la ocupación o al exilio, mal alimentados, cercados, “bonsaizados” por la dejación de la ONU y la crueldad de los invasores.


Contemplando a Enhamed en lo más alto, con su sonrisa orgullosa, no podía evitar recordar a Mohammed Sid Ahmed, el chico saharaui de su misma edad que murió aquí, en Castropol, hace un año y doce días. Mohammed llegó a Asturias muchos años antes en un estado calamitoso, raquitizado por el hambre. Y con el cariño de sus “padres” españoles creció, se hizo remero, se hizo atleta, se hizo amigo de todos. El desgraciado accidente que truncó su vida no conseguirá que le olvidemos nunca.


Mohammed y Enhamed, con sus vidas, son un homenaje a la sociedad civil española que no ha dejado a los niños saharauis en el olvido absoluto. A las 10.000 familias que cada año acogen a uno de los niños de la hammada para darles todo aquello que el mundo civilizado les niega: la oportunidad de crecer, de jugar, de estudiar en escuelas dignas, de ser cuidados en hospitales dignos, de nadar en piscinas o de remar en aguas tranquilas.


Ambos, Enhamed en su podio, Mohammed en la memoria, son la prueba de la dignidad, la hermosura y la fuerza de un pueblo de gigantes, al que no se puede olvidar, ni mucho menos sacrificar por la “realpolitik”, por la conveniencia, por la avaricia. En realidad, como a ningún pueblo del planeta


VIDEO DE IMAGENES DEL CAMPEON DE ORO







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